Los sobresaltos continuados nunca son buenos, pero cuando afectan a la economía pueden llegar a tener desenlaces graves. La crisis económica que venimos soportando desde finales de 2007, debido a los famosos créditos suprimes, ha puesto al descubierto muchos déficits estructurales que, sabiendo que existían, quedaban disimulados por la abundancia de dinero que circulaba, más por ingenierías financieras que por modelos productivos consistentes.
La caída espectacular de Lehman Brothers en Septiembre de 2008 desestabilizó todo el sistema financiero internacional, no solo por su volumen 613.000 millones de dólares de pasivo y una perdida del 73% de su valor bursátil, sino porque inoculo el virus de la desconfianza en los mercados de todo el mundo. La poca fiabilidad que demostraron las agencias de rating, y la ineficiencia en el control de los reguladores, abrieron una brecha de inseguridad que aún no se ha cerrado con la contundencia que exigen los mercados financieros y económicos.
Era cuestión de tiempo que estas turbulencias se trasladaran al sector público que, progresivamente, ha ido acumulando un nivel de endeudamiento por encima de su capacidad de financiación. Ello les ha obligado a recurrir a emisiones de deuda que soportan los mismos bancos que ahora atraviesan dificultades, impidiendo renegociar los vencimientos y encareciendo su coste.
Grecia ha sido el primero en declararse en suspensión de pagos, aunque este no es el principal problema, pertenecer a la Unión Europea y formar parte del euro juega a su favor, lo realmente grave es que tiene que acometer en los próximos tres años reformas de dureza extrema en sus finanzas, contención del gasto, medidas antifraude, reducciones salariales y restricciones en su protección social, de difícil digestión para sus ciudadanos.
No debemos temer contagiarnos, hay que temer a los Gobiernos diletantes que antepongan especulaciones electorales a la adopción urgente de medidas de contención del gasto público, estabilicen el sector financiero y faciliten la creación de empleo. Los agentes económicos y sociales deben ser proactivos y corresponsables de estas medidas, es la puerta para crear futuro.
11.5.2010